GRATITUD CON HUMILDAD. Valores para reeducarnos y ser felices

El año 2020 ha sido un año difícil e inesperado para el mundo, un año de retos, pero también introspectivo y lleno de esperanza. La misma situación nos ha hecho poner en perspectiva aquellas cosas que parecían ser las más importantes como las acumulaciones materiales, el trabajo bien remunerado, los viajes y el dinero ahorrado; todo esto parece perder sentido y ha sido sustituido por valorar lo verdaderamente importante en la vida, como lo es la salud, vista hoy como la mayor riqueza, nuestra casa y la posibilidad de quedarse en ella, la familia, estar conectado con las personas a través de la tecnología sin exponerse, y las pequeñas cosas cotidianas. Nos ha permitido, también, centrarnos en el hoy y en el ahora, en vez de soñar con el futuro, tenemos únicamente el momento presente, la vida ya construida y el hogar que ya hemos formado. Este año, más que nunca, nos ha obligado a mirar al interior en vez de ver al exterior. Es por esto que tiene más sentido agradecer lo que ya tenemos y dejar de enfocarnos en lo que queremos. Es, sin duda, un golpe duro para el consumo, lo cual me parece algo muy bueno, ya que parecía regir completamente al mundo.

Sin valores como la gratitud, el respeto, la humildad o la empatía, no hay enseñanza real, ni puede existir la verdadera felicidad. Este año se ha encargado de darnos la mejor lección de vida y la oportunidad de cambiar aquellas cosas que podemos modificar, sobre todo desde el interior.

Sentirnos agradecidas no es hacer una cuenta de lo material. Es necesario un cambio de perspectiva y ejercitar la gratitud ligada a la humildad. Se trata de poder dar valor a quiénes somos y lo que tenemos, aceptándonos, apreciando las pequeñas cosas, sobre todo lo no material y reconociendo que no somos lo máximo. Por esto, es que debe estar acompañada de humildad, para reconocer y valorar lo que tenemos, con sencillez y también reconocer que todo por lo que estamos agradecidas no nos hace únicas o superiores.

Existe una gran diferencia entre dar gracias y ser agradecida. Dar gracias es una forma de demostrar una buena educación, pero esto es momentáneo. El ser agradecida perdura, y tiene que ver más con una reflexión sobre el valor de quiénes somos y lo que tenemos. Desde pequeñas nos enseñan a dar gracias en automático al recibir desde un cumplido hasta un servicio, se nos enseña a ser amables dando gracias, pero no se nos enseña a ejercitar la gratitud como valor individual o reflexión.  Al contrario, se nos enseña a compararnos y dar valor al exterior, a la belleza, lo visible y material. También se nos enseña a decir gracias a “alguien” en específico, pero no a estar agradecidas como actitud personal interior.

Desde nuestra educación en casa, también se ligan los valores como la gratitud y la humildad a la religión. Así, solemos dirigir nuestro agradecimiento a un dios o a una divinidad. Esto hace que cuando no tenemos religión no sepamos a quién o a qué agradecer. Para vivir la gratitud no es importante a quién agradecer sino por lo que estamos agradecidas. El agradecer tener vida, tener salud, o cualquier cosa sencilla como poder tomar tu café en tu jardín es llenar el corazón de gratitud sin tener que dirigirlo a alguien o algo en específico.

Es frecuente que vivamos la gratitud con culpa, debido a la manera que nos enseñaron, a través de las comparaciones. Cuántas de nosotras no escuchamos a mamá decirnos que hay tantas personas sin comer, en pobreza, para entender lo afortunadas que somos con un plato en la mesa. Recuerdo en lo personal, que en vez de sentirme agradecida, me daba mucha tristeza y culpa, incluso decía a mi madre, -pues entonces debemos hacer algo y llevarles esta comida a esas personas tan pobres porque es muy injusto que yo ya no quiera comer cuando existen personas sin posibilidad de alimento-. La enseñanza del agradecimiento no debería darse junto con la culpa. No podemos agradecer cuando sentimos culpa, porque no podemos valorar lo que nos hace sentir remordimiento. Vivir con culpa es una característica específica de nuestra sociedad, especialmente para nosotras como mujeres. Se nos enseña por un lado el valor de la humildad siendo modestas y sumisas, y por otro, agradecer en los superficial únicamente, y eso, a veces. Porque pesa tanto la idea de que la mujer debe ser modesta; cuántas de nosotras, cuando nos hacen un cumplido ni siquiera damos las gracias, es más, lo negamos, si nos dicen: qué bonita te ves, lo esquivamos negándolo. Pero al mismo tiempo, si alguna simplemente responde “gracias”, se le tacha de presumida, vanidosa y soberbia. El problema no está en la gratitud o la humildad, sino en cómo las percibimos y en que se nos enseña equivocadamente.

Agradecer a través de compararnos con los demás si puede ayudarnos a valorar lo que tenemos, pero depende de la perspectiva, por ejemplo, cuando miramos personas que tienen menos que nosotras, pero aun así, son felices. La comparación nos hace reflexionar que si tenemos más deberíamos de tener la capacidad también de ser felices. Pero no es lo mismo basar nuestra gratitud en las comparaciones con humildad, que cuando solamente nos comparamos con los que no tienen, porque tienen menos. Esto nos puede llevar a sentirnos más bien superiores, pero no agradecidas, sobre todo cuando únicamente nos basamos en la comparación material. Para una persona humilde lo económico no es la medida de todo, esto no quiere decir que entonces sea pobre, simplemente alguien humilde sabe que a veces podemos tener y otras no, y que cada persona no es más ni menos que otra. La humildad permite enfocarse en lo positivo sin orgullo, presunción o desprecio. Por eso, es necesario reeducarnos, aprender a ser agradecidas sin confundirlo ni equipararlo con vanidad, sino con humildad. Vivir sin culpa y sin comparaciones sobre lo económico, nos da libertad y la capacidad de dar valor a lo realmente importante. Y esto a su vez, nos abre la puerta para ser felices.

Aunado a la educación equivocada de los valores, el agradecimiento pareciera derivar en conformismo. Y en un mundo basado en el consumo, el conformismo es visto como el peor defecto. Pareciera que vivir agradecida por la vida que tienes te lleva a considerarla perfecta y que no necesitas más. Pero una vez más, cuando la gratitud va acompañada de verdadera humildad, podemos valorar sin dejar de esforzarnos y enfocarnos para mejorar, porque la humildad permite reconocer nuestras limitaciones y defectos, para trabajar sobre ellos. Mediocridad, sacrifico, victimismo, pobreza y conformismo parecieran ser el mensaje de la humildad, pero nada tiene que ver. La humildad es simplemente reconocer lo valiosas que somos, nuestras cualidades y lo que tenemos, sin creer que por eso somos superiores, al contrario, reconociendo también la valía de los demás.

Las personas agradecidas y humildes valoran el instante, porque saben que lo verdaderamente importante en la vida es efímero, y por eso se debe agradecer y valorar. Lo que tenemos hoy y quiénes somos hoy es único y pasajero. Hoy puedo tener salud, trabajo, dinero, pero mañana quién sabe. Incluso así, siempre tenemos algo que agradecer, la gratitud nos permite ver el vaso medio lleno y no medio vacío, sin importar la situación, incluso cuando hay días en que es más difícil que otros, podemos encontrar valía en nuestra vida. 

El agradecimiento es hoy uno de los principales valores para nuevas tendencias y formas de vivir que van en contra del consumo y la competencia, que dan prioridad a simplificar, como lo es el «minimalismo». El movimiento minimalista quita el valor del éxito basado en las cosas materiales que acumulamos, da prioridad a lo más simple de la vida, a las cualidades significativas, a la felicidad basada en el equilibrio para ser capaces de centrarnos en lo verdaderamente importante fuera del materialismo absoluto. Su filosofía se basa en buscar la felicidad desde el interior, no en el exterior, a través de valores y tiempo dedicado al crecimiento personal, a la salud, a lo que te inspira, la creatividad, a los seres queridos, a ayudar a otros, a vivir el momento, en vez de tiempo dedicado al trabajo que no disfrutamos para la acumulación material. En lo personal, es un movimiento que he seguido desde hace un tiempo y me parece una buena alternativa para alcanzar la felicidad duradera y libertad a través del bienestar interior.

En mi grupo de mujeres, lady boudoir, hemos hecho algunas dinámicas para trabajar nuestra autoestima. Y estoy convencida que uno de los principales valores para trabajar el amor propio es la gratitud. Porque no podemos valorarnos ni apreciar nuestro cuerpo si no aprendemos a mirarnos y agradecer sin comparaciones, desde nuestra propia historia y a partir de nuestra propia imagen. En el proyecto y exposición “Afectos, no defectos”, con el propósito de enaltecer todos los cuerpos y fomentar el amor propio, invité a participar en una sesión de fotos a diferentes mujeres convocadas al azar en redes sociales, sin conocer a la mayoría en persona, y sin que ellas supieran cómo serían las fotos, una por una en mi estudio de fotografía, les pedí que me mostraran su peor defecto. Me llamó la atención que no dudaron en mencionarlo, incluso me nombraban dos o tres más. Pero cuando les pregunté por sus virtudes les costó mucho más y normalmente las virtudes no las mencionaban como una parte del cuerpo, a diferencia de los defectos. Una por una platiqué con ellas sobre ese “peor defecto”, les hice ver que cada uno de esos llamados defectos, era un motivo de agradecimiento, algo único en su cuerpo que contaba una historia de vida, a veces incluso de supervivencia. Tan personal y digno de amarse como la mejor virtud en su cuerpo. Les entregué una rosa y les expliqué que cada rosa es un regalo a ellas mismas y en especial a ese “defecto”, y les pedí que se regalaran esa rosa y se dedicaran algunas palabras de reflexión y reconciliación con esa parte de su cuerpo. Así convertimos los defectos, en afectos. La gratitud, es lo que permitió convertir los defectos en afectos, fue el enfocar la atención en dar gracias por esas partes del cuerpo y las vivencias. Valorando con aceptación no solamente ese llamado defecto, sino su razón de existir, y la historia de vida que representa. Todo lo que habían percibido negativo fue posible convertirlo en una virtud con agradecimiento y humildad. Este simple ejercicio permitió valorar muchas más cosas, no solamente en el cuerpo, sino la vida misma.

En conclusión, considero que el agradecimiento es una cualidad necesaria para alcanzar la felicidad. Porque el secreto de una vida feliz no está en apreciar solamente las cosas materiales, el futuro, los viajes, o la diversión; sino en los hábitos diarios, que desde el interior, y viviendo los sentimientos positivos de forma profunda, podemos experimentar hoy mismo y conscientemente para valorar el verdadero bienestar, alegría y abundancia de la vida.

AUTOESTIMA EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

Es cierto que son tiempos difíciles, las prioridades han cambiado, algunas tenemos hijos en casa tiempo completo, algunas como yo, nos han cancelado todo el trabajo, otras tendrán que ir a trabajar con muchos cambios y dificultades, hay mucha incertidumbre sobre lo que sigue, lo que se nos espera. Tenemos que cuidarnos y aprender de los países que están saliendo de esto, ser responsables y no entrar en pánico. Definitivamente es momento de unirnos y compartir lo bueno, llenarnos de contenidos que valgan la pena y en la medida de lo posible tomar todo esto como una oportunidad para reflexionar y para fortalecer lazos con nuestros seres queridos. Es tiempo de dar sentido a la vida y al amor, que es lo único que tenemos. Una pausa que nos permite detenernos y contemplar nuestra fragilidad, que no tenemos garantías de absolutamente nada, y al mismo tiempo aprender lo fuertes que podemos ser, tener los pies en la tierra y dar tranquilidad y apoyo a nuestro alrededor, es tiempo de estar unidas.

Sé que es difícil que la situación no nos quite el sueño, que no nos baje la moral, pero creo que juntas y pensando positivo podemos en vez de hundirnos, apoyarnos, mantener la calma y sentirnos fuertes. No descuidemos nuestro propio sentir, nuestra propia autoestima, porque cuando nuestra autoestima funciona bien, podemos ser las grandes proveedoras de optimismo del planeta y ese optimismo puede mover montañas. No se trata de confiarse o no cuidarse, al contrario, la autoestima se trata de cuidarse por sobre todo a ti misma y a tus seres queridos, también nos permite ser creativas y encontrar formas de crecimiento personal.


Por supuesto que tenemos muchas cosas de las que preocuparnos, pero al mismo tiempo mucho que agradecer, grandes oportunidades y tiempo para el crecimiento personal. Es tiempo de reflexionar y pensar positivo, replantear nuestra propia existencia, aprender humildad aceptando nuestra fragilidad y darnos un respiro a nosotras y al mundo.

Cada situación es diferente y en un país como México, donde existen tantas personas sin techo y con hambre, debemos ser incluso más solidarias y estar dispuestas a ayudar. Mi intención no es hablar de política o de salud, porque no soy ninguna experta, pero me doy cuenta de que muchas de nosotras somos privilegiadas, simplemente por el hecho de tener la posibilidad de un aislamiento social, no todas las personas pueden darse ese lujo, pero pocas personas nos detenemos a agradecerlo. Juzgar a otros por lo que sucede no nos llevará a ningún lado, en cambio, podemos pensar en lo que sí podemos hacer para mejorar la situación. Yo sé qué puedo ser responsable y quedarme en casa, estar dispuesta a dar apoyo cuando se necesite en la medida de mis posibilidades, trabajar en mí misma, en mi fortaleza interior e invitar a mi familia y amigos a hacer lo mismo. Tratemos de buscar paz en vez de llenarnos de ansiedad, y aunque es un trabajo personal, podemos apoyarnos, ningún país como México para demostrar la solidaridad ante las catástrofes y lo unidos que podemos estar. Hoy a pesar de algunos estar en nuestra casa, no debemos olvidarnos de los menos afortunados.

Es curioso, pero me llama la atención que a muchas personas se les dificulta y sufren estando en casa. Para un mundo consumista y enfocado en el exterior y lo material es inaceptable quedarse en casa. Por eso, el hoy es un gran momento y oportunidad para cambiar el modelo y sistema por uno enfocado en el interior. Es necesario tener un verdadero hogar, una vida y rutina que nos traiga felicidad cada día, para que no tengamos la necesidad de tener que escapar de ella. El aislamiento social nos permite ver con claridad justo la vida que hemos construido, por eso debemos valorar y ser agradecidas por lo que ya tenemos en vez de enfocarnos en lo que queremos. La realidad de una persona es cuando se encuentra solo en su casa, y en contacto con su ser interior, sin las distracciones de las carreras diarias. Es tiempo de darnos cuenta que tal vez el plan perfecto no existe, pero a pesar de que no hay perfección ni garantías de nada en nuestro mundo, podemos apreciar quienes somos y donde estamos en este momento, agradecer y cuidar lo más importante de nuestras vidas, que no tiene que ver con lo material. Estar encerrados en casa puede ser vivido como una oportunidad o como el mismo infierno, todo depende de quienes somos y lo que hemos hecho. Pero sobre todo depende de qué damos valor.

No podemos cambiar el mundo exterior, pero podemos tomar el control de nuestro mundo interior. Crear una vida y rutina feliz e independiente del consumo. Sabemos que esto también pasará y tenemos tiempo hoy de hacer una pausa y respirar. No se trata de olvidarnos de lo que sucede afuera, se trata de tomar el control de nosotras mismas y así poder dar fuerza a nuestra familia y al exterior.

Muchas de ustedes me han compartido en el grupo de facebook lady boudoir, lo que estos días en casa les han traído, algunas como yo están aprendiendo nuevas cosas, otras aprovechando para leer todo eso que estaba pendiente, pasar tiempo con sus hijos, reforzando lazos con personas importantes, siendo más creativas en algún tipo de arte, siguiendo nuevas rutinas de ejercicio, de cuidados en la alimentación y en lo económico, arreglando su casa y espacios, deshaciéndose de lo que nos quita energía, emprendiendo nuevos negocios, etc. Como fotógrafa les propongo tomar la cámara en casa, aunque sea del celular, y tomar el hacer fotos como una terapia para la creatividad, es valioso que podamos documentar y también con tantos sentimientos a flor de piel, podemos inspirarnos en crear imágenes que sirvan como desahogo y para analizar nuestro entorno y a nosotras mismas. Muchas cosas para las que no había tiempo, hoy podemos realizarlas y encaminar el rumbo de nuestra vida con más calma escuchando nuestro interior.

ENCIERRO PARA LA LIBERTAD

Tal cual, como película apocalíptica, vivimos hoy en un mundo lleno de desafíos a los que la humanidad no se había enfrentado nunca. Al día de hoy, quien no se encuentre frente a una pantalla está limitado. Socializar, trabajar, estudiar e incluso el ocio se vuelve virtual y accesible solamente para los afortunados que podemos mantenernos en aislamiento social y hacer nuestra vida totalmente limitados por los muros de nuestra casa.

Habitar hoy, en nuestra realidad, adquiere un sentido diferente a como lo concebíamos. Nuestra relación con el espacio inmediato adquiere nuevas dimensiones. Pareciera que se nos ha limitado la libertad y sin embargo, somos los más afortunados, esos que estamos encerrados y conectados a través de una pantalla, estamos en ventaja, sobre todo los que trabajamos en línea.

Trabajo, escuela, ocio, información y comunicación, todo desde casa. Esto parece ser el nuevo mundo que se nos impone, al que nos habíamos encaminado y que desde hoy se instala determinante. Porque incluso cuando la emergencia del virus termine, la forma de habitar el mundo cambiará para siempre. Muchas implicaciones derivan de esta idea, muchas exigencias y retos en un país como México, en el que no todos tenemos la fortuna de tener techo y mucho menos los medios digitales que nos permitan estudiar o trabajar en línea. Lo peor es que en estos momentos el cambio debe ser inmediato, porque el hecho de salir de casa hoy, implica un riesgo en lo más valioso que tenemos: la salud.

Así que la libertad ya no parece ser lo mismo. Porque en estos días será más libre quien pueda sobrevivir desde casa que quien no. El encierro hoy, es un privilegio, tranquilidad, ventaja y por tanto, nos permite sentirnos un poco más autónomos; y esto me hace cuestionar si realmente alguna vez fuimos tan libres como para salir, decidir o actuar por nuestra cuenta.

Tal vez sea éste el momento de liberarnos, de los sistemas que nos atan. Cuestionar el sentido de nuestra vida, dar valor a lo que realmente importa para comenzar a vivir, en vez de sobrevivir ¿será posible? Al menos desde mi perspectiva, y por supuesto manteniéndome positiva, sí.

Este tiempo encerrada, me ha hecho sentir en control más que nunca y a pesar de todo. He valorado y ha aumentado la calidad de vida porque disfruto de mi familia, de mí misma, de mis mascotas, de mis intereses, y todo porque se nos ha regalado eso que parecía faltarnos siempre: tiempo. No podíamos perderlo nunca, pero ahora parece sobrar, y eso nos permite usarlo de manera efectiva, para reflexionar, planear, enfocarnos, trabajar en lo que podemos, amar y disfrutar. Parece ser que para todas las cosas para las que antes no había tiempo, hoy resulta que eran las más importantes y valiosas, justo para las que trabajaba y por las que terminaba el día agotada, sin lograr dedicarles, al final, ni siquiera un momento.

Observando a mi hija frente a una pantalla toda la mañana “en clases”, me pregunto si es sano o pedagógico que pase tantas horas así, pero sobre todo ¿lo era cuando en vez de una pantalla se sentaba en un salón más de cuatro horas? Probablemente es momento de encontrar nuevas formas también para la educación. Porque no creo que todo implique simplemente cambiar los espacios, de uno físico a uno virtual. Creo que esta crisis debe implicar cambios, en muchos aspectos de nuestro mundo, como la educación.

Probablemente no sea la única que agradezca que ya existían cambios en mi vida como si me hubiera preparado desde antes a este raro presente. Una forma de vida minimalista, que había meditado, trabajado y compartido, aunque ¿cómo no ser consumista en un mundo que justamente da valor a las adquisiciones? Ser minimalista implica precisamente estar más en casa y convertir ese espacio en prioridad, no con acumulaciones, al contrario, con sólo lo necesario. Buscar tiempo para uno mismo también había implicado dar valor y meditar sobre las verdaderas prioridades en mi vida y mucho de mi trabajo se había ya reducido a enfocarse solamente en algunos aspectos productivos, para dejar otros de lado. Agradezco todos estos cambios que me permitieron transitar de una vida consumista a una más minimalista. También agradezco mi trabajo como activista de la autoestima, que poco a poco, me ha permitido estar más en armonía con quien soy, y sin dar tanta importancia a los otros consumos de ideas sobre cuerpo-objeto y la salud-visible.

Ojalá que este tipo de cambios crezcan no solo en mí, sino que el mundo apueste también por una vida minimalista, menos consumista por la solidaridad, la empatía, por valorar la humanidad y volver a dar importancia a la familia y se dé menos importancia a la productividad, que la acumulación deje de ser prioridad, y sobre todo que logremos tener mayor conciencia para cuidar el medio ambiente y la naturaleza, para estar en armonía con nuestro lugar en este mundo.

Hoy me doy cuenta que soy más que mi profesión, ya no soy Carina la “fotógrafa”. Mis prioridades ya no están en crecer curricularmente, ganar más o ser más conocida. De hecho, no tengo casi trabajo. Algunos concursos, cursos on line, y escribir me permiten ir al día. Prácticamente una fotógrafa sin cámara. ¿Volverá el mundo a necesitar mi servicio? Antes parecía importante, pero hoy sé que soy más que fotógrafa, soy yo, y puedo serlo encerrada, con mis seres valiosos, para compartir y vivir en ese espacio que hoy puedo llamar hogar. ¡Nuevas formas de trabajo son necesarias, claro! Pero no permitamos que limite el tiempo que da prioridad a lo verdaderamente valioso en nuestra vida.

Hoy nos toca habitar cada uno en su mundo. En eso que hoy muchos comparan con una jaula. Y aun así pienso que solamente desde esa jaula, debemos preparar un mundo que realmente nuestros hijos puedan habitar para ser verdaderamente libres.