AUTOESTIMA EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

Es cierto que son tiempos difíciles, las prioridades han cambiado, algunas tenemos hijos en casa tiempo completo, algunas como yo, nos han cancelado todo el trabajo, otras tendrán que ir a trabajar con muchos cambios y dificultades, hay mucha incertidumbre sobre lo que sigue, lo que se nos espera. Tenemos que cuidarnos y aprender de los países que están saliendo de esto, ser responsables y no entrar en pánico. Definitivamente es momento de unirnos y compartir lo bueno, llenarnos de contenidos que valgan la pena y en la medida de lo posible tomar todo esto como una oportunidad para reflexionar y para fortalecer lazos con nuestros seres queridos. Es tiempo de dar sentido a la vida y al amor, que es lo único que tenemos. Una pausa que nos permite detenernos y contemplar nuestra fragilidad, que no tenemos garantías de absolutamente nada, y al mismo tiempo aprender lo fuertes que podemos ser, tener los pies en la tierra y dar tranquilidad y apoyo a nuestro alrededor, es tiempo de estar unidas.

Sé que es difícil que la situación no nos quite el sueño, que no nos baje la moral, pero creo que juntas y pensando positivo podemos en vez de hundirnos, apoyarnos, mantener la calma y sentirnos fuertes. No descuidemos nuestro propio sentir, nuestra propia autoestima, porque cuando nuestra autoestima funciona bien, podemos ser las grandes proveedoras de optimismo del planeta y ese optimismo puede mover montañas. No se trata de confiarse o no cuidarse, al contrario, la autoestima se trata de cuidarse por sobre todo a ti misma y a tus seres queridos, también nos permite ser creativas y encontrar formas de crecimiento personal.


Por supuesto que tenemos muchas cosas de las que preocuparnos, pero al mismo tiempo mucho que agradecer, grandes oportunidades y tiempo para el crecimiento personal. Es tiempo de reflexionar y pensar positivo, replantear nuestra propia existencia, aprender humildad aceptando nuestra fragilidad y darnos un respiro a nosotras y al mundo.

Cada situación es diferente y en un país como México, donde existen tantas personas sin techo y con hambre, debemos ser incluso más solidarias y estar dispuestas a ayudar. Mi intención no es hablar de política o de salud, porque no soy ninguna experta, pero me doy cuenta de que muchas de nosotras somos privilegiadas, simplemente por el hecho de tener la posibilidad de un aislamiento social, no todas las personas pueden darse ese lujo, pero pocas personas nos detenemos a agradecerlo. Juzgar a otros por lo que sucede no nos llevará a ningún lado, en cambio, podemos pensar en lo que sí podemos hacer para mejorar la situación. Yo sé qué puedo ser responsable y quedarme en casa, estar dispuesta a dar apoyo cuando se necesite en la medida de mis posibilidades, trabajar en mí misma, en mi fortaleza interior e invitar a mi familia y amigos a hacer lo mismo. Tratemos de buscar paz en vez de llenarnos de ansiedad, y aunque es un trabajo personal, podemos apoyarnos, ningún país como México para demostrar la solidaridad ante las catástrofes y lo unidos que podemos estar. Hoy a pesar de algunos estar en nuestra casa, no debemos olvidarnos de los menos afortunados.

Es curioso, pero me llama la atención que a muchas personas se les dificulta y sufren estando en casa. Para un mundo consumista y enfocado en el exterior y lo material es inaceptable quedarse en casa. Por eso, el hoy es un gran momento y oportunidad para cambiar el modelo y sistema por uno enfocado en el interior. Es necesario tener un verdadero hogar, una vida y rutina que nos traiga felicidad cada día, para que no tengamos la necesidad de tener que escapar de ella. El aislamiento social nos permite ver con claridad justo la vida que hemos construido, por eso debemos valorar y ser agradecidas por lo que ya tenemos en vez de enfocarnos en lo que queremos. La realidad de una persona es cuando se encuentra solo en su casa, y en contacto con su ser interior, sin las distracciones de las carreras diarias. Es tiempo de darnos cuenta que tal vez el plan perfecto no existe, pero a pesar de que no hay perfección ni garantías de nada en nuestro mundo, podemos apreciar quienes somos y donde estamos en este momento, agradecer y cuidar lo más importante de nuestras vidas, que no tiene que ver con lo material. Estar encerrados en casa puede ser vivido como una oportunidad o como el mismo infierno, todo depende de quienes somos y lo que hemos hecho. Pero sobre todo depende de qué damos valor.

No podemos cambiar el mundo exterior, pero podemos tomar el control de nuestro mundo interior. Crear una vida y rutina feliz e independiente del consumo. Sabemos que esto también pasará y tenemos tiempo hoy de hacer una pausa y respirar. No se trata de olvidarnos de lo que sucede afuera, se trata de tomar el control de nosotras mismas y así poder dar fuerza a nuestra familia y al exterior.

Muchas de ustedes me han compartido en el grupo de facebook lady boudoir, lo que estos días en casa les han traído, algunas como yo están aprendiendo nuevas cosas, otras aprovechando para leer todo eso que estaba pendiente, pasar tiempo con sus hijos, reforzando lazos con personas importantes, siendo más creativas en algún tipo de arte, siguiendo nuevas rutinas de ejercicio, de cuidados en la alimentación y en lo económico, arreglando su casa y espacios, deshaciéndose de lo que nos quita energía, emprendiendo nuevos negocios, etc. Como fotógrafa les propongo tomar la cámara en casa, aunque sea del celular, y tomar el hacer fotos como una terapia para la creatividad, es valioso que podamos documentar y también con tantos sentimientos a flor de piel, podemos inspirarnos en crear imágenes que sirvan como desahogo y para analizar nuestro entorno y a nosotras mismas. Muchas cosas para las que no había tiempo, hoy podemos realizarlas y encaminar el rumbo de nuestra vida con más calma escuchando nuestro interior.

ENCIERRO PARA LA LIBERTAD

Tal cual, como película apocalíptica, vivimos hoy en un mundo lleno de desafíos a los que la humanidad no se había enfrentado nunca. Al día de hoy, quien no se encuentre frente a una pantalla está limitado. Socializar, trabajar, estudiar e incluso el ocio se vuelve virtual y accesible solamente para los afortunados que podemos mantenernos en aislamiento social y hacer nuestra vida totalmente limitados por los muros de nuestra casa.

Habitar hoy, en nuestra realidad, adquiere un sentido diferente a como lo concebíamos. Nuestra relación con el espacio inmediato adquiere nuevas dimensiones. Pareciera que se nos ha limitado la libertad y sin embargo, somos los más afortunados, esos que estamos encerrados y conectados a través de una pantalla, estamos en ventaja, sobre todo los que trabajamos en línea.

Trabajo, escuela, ocio, información y comunicación, todo desde casa. Esto parece ser el nuevo mundo que se nos impone, al que nos habíamos encaminado y que desde hoy se instala determinante. Porque incluso cuando la emergencia del virus termine, la forma de habitar el mundo cambiará para siempre. Muchas implicaciones derivan de esta idea, muchas exigencias y retos en un país como México, en el que no todos tenemos la fortuna de tener techo y mucho menos los medios digitales que nos permitan estudiar o trabajar en línea. Lo peor es que en estos momentos el cambio debe ser inmediato, porque el hecho de salir de casa hoy, implica un riesgo en lo más valioso que tenemos: la salud.

Así que la libertad ya no parece ser lo mismo. Porque en estos días será más libre quien pueda sobrevivir desde casa que quien no. El encierro hoy, es un privilegio, tranquilidad, ventaja y por tanto, nos permite sentirnos un poco más autónomos; y esto me hace cuestionar si realmente alguna vez fuimos tan libres como para salir, decidir o actuar por nuestra cuenta.

Tal vez sea éste el momento de liberarnos, de los sistemas que nos atan. Cuestionar el sentido de nuestra vida, dar valor a lo que realmente importa para comenzar a vivir, en vez de sobrevivir ¿será posible? Al menos desde mi perspectiva, y por supuesto manteniéndome positiva, sí.

Este tiempo encerrada, me ha hecho sentir en control más que nunca y a pesar de todo. He valorado y ha aumentado la calidad de vida porque disfruto de mi familia, de mí misma, de mis mascotas, de mis intereses, y todo porque se nos ha regalado eso que parecía faltarnos siempre: tiempo. No podíamos perderlo nunca, pero ahora parece sobrar, y eso nos permite usarlo de manera efectiva, para reflexionar, planear, enfocarnos, trabajar en lo que podemos, amar y disfrutar. Parece ser que para todas las cosas para las que antes no había tiempo, hoy resulta que eran las más importantes y valiosas, justo para las que trabajaba y por las que terminaba el día agotada, sin lograr dedicarles, al final, ni siquiera un momento.

Observando a mi hija frente a una pantalla toda la mañana “en clases”, me pregunto si es sano o pedagógico que pase tantas horas así, pero sobre todo ¿lo era cuando en vez de una pantalla se sentaba en un salón más de cuatro horas? Probablemente es momento de encontrar nuevas formas también para la educación. Porque no creo que todo implique simplemente cambiar los espacios, de uno físico a uno virtual. Creo que esta crisis debe implicar cambios, en muchos aspectos de nuestro mundo, como la educación.

Probablemente no sea la única que agradezca que ya existían cambios en mi vida como si me hubiera preparado desde antes a este raro presente. Una forma de vida minimalista, que había meditado, trabajado y compartido, aunque ¿cómo no ser consumista en un mundo que justamente da valor a las adquisiciones? Ser minimalista implica precisamente estar más en casa y convertir ese espacio en prioridad, no con acumulaciones, al contrario, con sólo lo necesario. Buscar tiempo para uno mismo también había implicado dar valor y meditar sobre las verdaderas prioridades en mi vida y mucho de mi trabajo se había ya reducido a enfocarse solamente en algunos aspectos productivos, para dejar otros de lado. Agradezco todos estos cambios que me permitieron transitar de una vida consumista a una más minimalista. También agradezco mi trabajo como activista de la autoestima, que poco a poco, me ha permitido estar más en armonía con quien soy, y sin dar tanta importancia a los otros consumos de ideas sobre cuerpo-objeto y la salud-visible.

Ojalá que este tipo de cambios crezcan no solo en mí, sino que el mundo apueste también por una vida minimalista, menos consumista por la solidaridad, la empatía, por valorar la humanidad y volver a dar importancia a la familia y se dé menos importancia a la productividad, que la acumulación deje de ser prioridad, y sobre todo que logremos tener mayor conciencia para cuidar el medio ambiente y la naturaleza, para estar en armonía con nuestro lugar en este mundo.

Hoy me doy cuenta que soy más que mi profesión, ya no soy Carina la “fotógrafa”. Mis prioridades ya no están en crecer curricularmente, ganar más o ser más conocida. De hecho, no tengo casi trabajo. Algunos concursos, cursos on line, y escribir me permiten ir al día. Prácticamente una fotógrafa sin cámara. ¿Volverá el mundo a necesitar mi servicio? Antes parecía importante, pero hoy sé que soy más que fotógrafa, soy yo, y puedo serlo encerrada, con mis seres valiosos, para compartir y vivir en ese espacio que hoy puedo llamar hogar. ¡Nuevas formas de trabajo son necesarias, claro! Pero no permitamos que limite el tiempo que da prioridad a lo verdaderamente valioso en nuestra vida.

Hoy nos toca habitar cada uno en su mundo. En eso que hoy muchos comparan con una jaula. Y aun así pienso que solamente desde esa jaula, debemos preparar un mundo que realmente nuestros hijos puedan habitar para ser verdaderamente libres.